El hecho
CAPITULO II: Los fenómenos….
Su explicación
Conclusión.
Nociones previas [1]
GARRIGOU-LAGRANGE, De Revelatione Vol. I I1 sect.Ic-6 (ed. 1918).
I. Noción de <naturaleza y de natural>.-a)NATURALEZA
La palabra naturaleza puede tomarse en diversos sentidos. He aquí los principales:
1) En cuanto significa o expresa la esencia de una cosa concreta (v.gr., la naturaleza del oro, de un animal, del hombre): sentido individual.
2) En cuanto significa el conjunto de todas las cosas del universo, mutuamente dependientes entre si según leyes determinadas: sentido colectivo.
3) En cuanto significa la esencia de una cosa como principio radical de las operaciones y pasiones que le convienen per se: sentido dinámico. En este sentido habla Santo Tomás cuando dice: “Nomen naturae… videtur significare essentian rei secundum quod habet ordinem ad propriam operationem rei>[2]
En el primer y tercer sentidos la palabra natura puede aplicarse analógicamente a la naturaleza divina y a las naturalezas creadas.
b) Lo natural.-Según los principios anteriores, lo <natural> para cualquier ser será todo aquello que le conviene según su naturaleza: <id quod convenit ei secundum suma substantiam>, dice todavía Santo Tomás[3]
Y puede convenirle de alguna de estas seis maneras:
1) Constitutive: y aquí entran todos los elementos que constituyen su esencia (v.gr., el cuerpo y el alma racional en el hombre).
2) Emanative: o sea, las fuerzas y energías que emanan naturalmente de la esencia (v.gr., el entendimiento y la voluntad en el hombre).
3) Operative: todo lo que la naturaleza puede producir por sus propias fuerzas u operaciones (v. gr., los actos de entender y de amar en los seres racionales).
4) Passive: todos los fenómenos que otros agentes naturales le pueden naturalmente causar (v.gr., frío, calor…).
5) Exigitive: todo lo que esa naturaleza exige para su propia perfección natural (v. gr., el concurso divino necesario para que pueda obrar cualquier causa segunda en su propia esfera).
6) Meritorie: o sea, el derecho al premio natural proporcionado. Se refiere únicamente a las acciones morales y libres en el orden puramente natural o ético.
1. Lo sobrenatural.-a) Noción.-De los principios que acabamos de sentar se deduce que <sobrenatural> será aquello que de alguna manera exceda, rebase o trascienda lo puramente natural en cualquiera de sus acepciones. Según esto:
a) Para la naturaleza individual será <sobrenatural> todo aquello que está fuera y por encima de su esencia natural.
b) Para la naturaleza colectivamente considerada, todo aquello que rebasa y trasciende las leyes de la misma naturaleza.
c) Para la naturaleza desde el punto de vista dinámico, todo lo que está fuera y por encima de sus exigencias y operaciones naturales.
Lo sobrenatural no puede ser exigido por la naturaleza, pero puede perfeccionarla, si se le concede gratuitamente por Dios. Es porque lo sobrenatural no es “disconveniente” (sería entonces contranatural), sino muy conveniente a la naturaleza; no ciertamente según sus fuerzas, exigencias, etc., sino según su potencia obediencial o elevable, como dicen los filósofos.
Dice Santo Tomás hablando de la fe sobrenatural: <Fides praesupponit cognitionem naturales, sicut gratia naturam et ut perfectio perfectibile>[4]
De manera que sobrenatural no significa <contranatural>, sino que trasciende, esto es, que está sobre lo natural.
Lo contranatural es aquello que va contra la inclinación de alguna naturaleza. Es lo mismo que violento[5]. Lo sobrenatural, en cambio, no va de ningún modo contra la inclinación de la naturaleza, sino que únicamente la supera. No es de ningún modo violento para ella, porque—como explica Santo Tomás[6]-Dios no hace violencia a las criaturas cuando obra en ellas según su principal inclinación, que es la de obedecer a su Creador, al cual están más connaturalmente sometidas que el cuerpo al alma o el brazo a la voluntad.
Ni debe confundirse tampoco lo sobrenatural con lo libre, o lo artificioso, o lo fortuito, aunque estas tres cosas se distingan de algún modo de lo natural, en cuanto que la naturaleza está siempre determinada ad unum. Las acciones libres, en cambio -lo mismo que la obra artificiosa-, no están determinadas por la naturaleza, sino que necesitan una nueva determinación, que se hace por la deliberación. Y lo casual y fortuito tampoco está determinado por la naturaleza, ni es causado por la deliberación, sino que se produce en la naturaleza per accidens, como dicen los filósofos[7]. Pero es claro que ninguna de estas tres cosas rebasan la esfera de lo puramente natural; y en este sentido distan infinitamente de lo sobrenatural, que rebasa y trasciende todo el orden de la naturaleza con todas sus exigencias y combinaciones posibles.
b) DIVISIÓN DE LO SOBRENATURAL. — Vamos a recordar únicamente las dos principales divisiones que nos interesan aquí.
1ª. Sobrenatural absoluto y relativo. — Ante todo es menester distinguir cuidadosamente lo sobrenatural absoluto, o simpliciter, de lo sobrenatural relativo, o secundum quid.
Se entiende por sobrenatural absoluto, o simpliciter todo aquello que excede la proporción de toda naturaleza creada o creable, o sea, lo que supera las fuerzas y exigencias de cualquier criatura. Este sobrenatural absoluto se subdivide, como veremos en seguida, en sobrenatural quoad substantiam (que es el de los misterios estrictamente dichos y el de la gracia y la gloria) y sobrenatural quoad modum (que es el propio y característico de los milagros).
Sobrenatural relativo, o secumdum quid, es aquel que excede únicamente la proporción de alguna naturaleza creada, pero no la de toda naturaleza creada. Y así, por ejemplo, lo que es natural y específico en el hombre (entender, amar), sería sobrenatural para un perro, que carece de las facultades necesarias para hacer esos actos; lo que es puramente natural en el ángel o en el demonio, podría ser sobrenatural para el hombre por exceder sus fuerzas humanas; v.gr., los prodigios diabólicos, que tienen apariencia de milagro[8]. A este sobrenatural relativo se le suele llamar también, y más propiamente, “preternatural” como veremos en su lugar.
2ª. Sobrenatural <quoad substantiam> y <quoad modum>.—Según la doctrina de la Iglesia[9] hay, al menos, una doble sobrenaturalidad, a saber:
a) la del milagro estrictamente dicho, que excede las fuerzas eficientes y las exigencias de cualquier naturaleza creada, pero no las fuerzas cognoscitivas de la naturaleza racional, y
b) la sobrenaturalidad de los misterios estrictamente tales y la de la gracia y la gloria, que excede no sólo las fuerzas eficientes y las exigencias, sino también las fuerzas cognoscitivas y apetitivas de cualquier naturaleza intelectual creada. Para explicar esta distinción, los teólogos establecen comúnmente la división de lo sobrenatural en quoad substantiam y quoad modum.
El sobrenatural quoad substantiam no designa lo sobrenatural substancial o existente como substancia, toda vez que puede ser ya substancial e increado (como la vida íntima de la Trinidad ), ya accidental y creado (como la gracia); sino únicamente el sobrenatural esencial o quoad essentiam, o sea lo que es intrínseca o entitativamente sobrenatural, y excede por lo mismo no sólo la causalidad de todas las fuerzas eficientes y las exigencias de cualquier naturaleza, sino incluso la esencia de toda naturaleza creada o creable. Porque se trata o de la naturaleza divina en sí misa o de una participación de la divina naturaleza precisamente en cuanto divina. Este sobrenatural quoad substantiam es a la vez sobrenatural quoad cognoscibilitatem, o sea que excede las fuerzas naturales cognoscitivas de cualquier naturaleza intelectual creada, porque <verum et ens convertuntur> luego el ser sobrenatural excede el orden de la verdad natural.
El sobrenatural solamente quoad modum es aquel que esencial y entitativamente es natural, pero que ha sido producido de un modo sobrenatural o ha sido ordenado de un modo sobrenatural al fin sobrenatural. Ejemplo de lo primero lo tenemos en el milagro de la resurrección de un muerto, en el que la vida natural se devuelve sobrenaturalmente a un cadáver. Ejemplo de lo segundo nos lo da el acto natural de una virtud adquirida cualquiera (v.gr., la templanza), ordenado por la caridad al premio de la vida eterna.
Es muy fácil reducir esta división de lo sobrenatural a la división por las cuatro causas, tal como suelen hacerla los teólogos[10]. Veamos cómo la expone Juan de Santo Tomás:
“Hay que advertir que la sobrenaturalidad puede convenirle a alguna cosa por un triple principio, a saber: por la causa eficiente, por la final y por la formal. Por otra parte de la causa material no puede convenirle, ya que la causa material es el mismo sujeto en el cual se reciben las formas sobrenaturales, y éste es la propia alma o sus potencias, que son entes naturales, aunque las reciban por razón de su potencial obediencial.
Por parte de la causa eficiente se llama sobrenatural a alguna cosa cuando se hace de un modo sobrenatural, ya sea sobrenatural la cosa hecha, ya natural; como la resurrección de un muerto o la iluminación de un ciego son sobrenaturales en cuanto al modo, aunque la cosa realizada sea natural, a saber, la vida del hombre o su potencia visiva.
Por parte de la causa final se llama sobrenatural a lo que se ordena al fin sobrenatural por un agente extrínseco (ab extrinseco); como el acto de la virtud de la templanza, o de cualquier otra virtud adquirida, si se ordena por la caridad al mérito de la vida eterna, reciben en sí el modo sobrenatural de la ordenación a tal fin. De este mismo modo, la humanidad de Cristo tiene el modo sobrenatural de unión al Verbo, al que se ordena como a fin y término de la unión.
Por parte de la causa formal se llama sobrenatural a alguna cosa cuando, por su propia razón formal especificativa, se refiere a un objeto sobrenatural; y solamente a ésta se la llama sobrenatural en cuanto a la substancia, esto es, en cuanto a la especie y a la naturaleza del acto, que se toma del objeto formal[11].
Reduciendo todas estas categorías de sobrenatural absoluto a un cuadro sinóptico que nos las muestre en sintética de conjunto, podríamos establecerlo, con el P. Garrigou-Lagrange[12] (Cf. Cuadro de Clasificvación en: “Teología de la Perfección Cristiana ”, Antonio Royo Marín, B.A.C. Pág. 884; Décima Impresión).
2. Noción de <preternatural>.—Los teólogos designan comúnmente con el nombre de <preternatural> al sobrenatural relativo, de que hemos hablado más arriba. Es aquel que está fuera del orden natural absoluto o simpliciter. O en otra forma todavía más clara: es aquel que excede y trasciende las fuerzas de alguna naturaleza creada, pero no las fuerzas de toda naturaleza creada o creable, como el sobrenatural absoluto. El entender por simple intuición y sin discurso—que es algo natural en el ángel (naturaleza intelectual)--, sería preternatural en el hombre (naturaleza racional).
Lo preternatural dista infinitamente de lo sobrenatural quoad substantiam, puesto que se trata de algo pura y entitativamente natural en sí mismo, y no rebasa, por consiguiente, las fuerzas naturales de los ángeles o los demonios. Y no debe confundirse tampoco con el sobrenatural quoad modum, porque aunque lo sobrenatural quoad modum sea entitativamente natural—y en esto coincide con lo preternatural—rebasa, sin embargo, en el modo las fuerzas naturales, no sólo del hombre, sino de toda naturaleza creada o creable, como hemos visto más arriba; y por eso el sobrenatural quoad modum constituye una subdivisión del sobrenatural absoluto (cf. El croquis del P. Garrigou-Lagrange). El sobrenatural quoad modum constituye un verdadero milagro (v.gr., la resurrección de un muerto: algo entitativamente natural, pero realizado de un modo sobrenatural, que rebasa y trasciende el poder natural de toda naturaleza creada o creable). Lo preternatural en cambio, no constituye un milagro propiamente dicho, puesto que, además de ser entitativamente natural, no rebasa las fuerzas naturales de toda naturaleza creada o creable, sino sólo las de alguna naturaleza (v.gr., la del hombre, pero no la de los ángeles o los demonios). Es, pues, una especie de sobrenatural puramente relativo (con relación a las naturalezas inferiores) distinto completamente del sobrenatural absoluto, ya sea quoad substantiam, ya quoad modum.
Es preciso tener en cuenta esta noción de <preternatural> cuando tratemos de señalar las causas de los fenómenos místicos. Lo preternatural—con relación a los hombres—lo constituye lo que es propio y natural en los ángeles buenos o malos. No olvidemos que fuera de este mundo material que conocemos por lo sentidos existe otro mundo que se escapa en absoluto a esta clase de conocimiento. Ese otro mundo, compuesto de criaturas inteligentes buenas o malas, ángeles o demonios, está en comunicación real, íntima o misteriosa con nosotros los habitantes de este mundo terrestre. Los habitantes de ese otro mundo están fuera de nuestro orden natural, en otra esfera distinta, en un plano completamente diferente. Es, con relación a nosotros, el mundo de lo preternatural. Por eso -y lo advertimos de una vez para siempre-llamaremos “preternaturales” (esto es, <extranaturales> con respecto a nosotros) a los fenómenos debidos a la intervención de los ángeles o de los demonios, y reservaremos el nombre de fenómenos <naturales> para designar los hechos que se producen, según las leyes ordinarias de la naturaleza, entre los habitantes de este mundo, del que formamos parte nosotros[13][14]
(Continuará en el Capítulo I: “Las causas de los Fenómenos Extraordinarios”).
[1] Advertimos a los lectores que carezcan de formación filosófica y no busquen en nuestro estudio otra cosa que su edificación espiritual, que pueden prescindir en absoluto de estas nociones previas, que ofrecemos únicamente a los estudiosos. Por eso conservamos en ellas la terminología escolástica y los textos latinos. Los expositores harán aclaraciones sobre cada Tema.
[2] De ente et essentia c.l.
[3] I-II,10,I.
[4] I,2,2 ad I
[5]Cf.II-II,175,I.
[6] S.Thom.,III Contra Gentes c.100.—Cf. I,105,6 ad I.
[7] S.Thom., In Phys. Aristot.lect.9 et 10
[8] Cf. I, 110,4.
[9] Cf. Dn.104-105 138 141 176-180 196 1001-1008 1021 1024 1034 1042 1061-62 1064 1069 10179 1384-1385 1388 1701
[10] Cf. SALMANNTICENSES, De gratia tr.14 d.3 dub.3 n-24; SUÁREZ, De gratia I.2 c-4; IOAN: A S. THOM., De gratia d.20 a.I solv.arg.n-4
[11] IOAN A S.THOM., De gratia d.20 a.I arg.4
[12] Cf. De Revelatione t.I p.205.
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